El pozole, este delicioso platillo náhuatl que era preparado solo para los emperadores y sacerdotes, ha sobrevivido y evolucionado a través del tiempo hasta convertirse en uno de los platillos más populares en las fiestas patrias y hasta para disfrutar cualquier día de la semana.

Los registros históricos cuentan que los aztecas preparaban el pozole con carne humana, presumiblemente, de prisioneros. Fray Bernardino de Sahagún tenía registros de que Moctezuma recibía un pozole con el muslo de algún muchacho prisionero y sacrificado, durante los festejos en honor a Tonatiuh. Tras la conquista la carne humana se sustituyó por carne de cerdo. La forma de elaboración que hoy se utiliza data del siglo XVIII. Con el tiempo surgieron variantes de la receta original y se difundieron en distintas regiones del país.

Los hay en presentaciones diversas, la creatividad culinaria no tiene límites y cada región del país le agrega su propio acento o modificaciones: pozole rojo, verde, blanco, ya sea con carne de cerdo o de pollo, con pancita, huevos duros, chicharrón o personalizándolo con col, rábanos, aguacate y hasta jitomate. Todo depende del gusto del comensal.

Pues debes saber que así como es delicioso, también es muy nutritivo, cosa que seguro te dará más confianza y menos cargo de conciencia cada que pidas un buen plato de pozole. Veamos sus cualidades nutritivas:

  • Es rico en fibra, vitaminas y minerales como vitamina A, C, E, niacina, calcio, hierro, yodo, potasio y magnesio.
  • El maíz, el ingrediente principal, contiene hierro, potasio y magnesio, así como hidratos de carbono complejos, proteínas y fibra, y al estar nixtamalizado favorece la biodisponibilidad de calcio y niacina.
  • La carne de puerco, res o pollo le agregan una gran fuente de proteínas, potasio, magnesio, zinc y vintamina A.
  • Las verduras que se le suelen agregar, como lechuga, col, rábanos, aguacate, cebolla, chile y limón llenan al pozole de fibra, vitaminas A, B, C y E, minerales como calcio, hierro, fósforo, potasio y yodo, todos ellos ayudan a fortalecer nuestro sistema inmunológico.

Además no hay quen olvidar que comer pozole es todo un ritual aún en la actualidad, lo que significa que no se come solos, sino que se acompaña por las típicas tostadas, quesadillas y tacos dorados, los cuales también llevan col o lechuga, jitomate, cebolla, crema y queso, y una deliciosa salsa. Todo ingredientes vegetales que aportan sus propias cualidades nutritivas.

Por supuesto, no olvides que cocinar el pozole con carne magra y, en el caso del pollo, retirando la piel, será mucho más nutritivo y perfecto para tu salud.