Nadar en una alberca es una de las actividades más disfrutables, especialmente en climas cálidos o en vacaciones. Sin embargo, muchas personas no son conscientes de que el agua de las albercas, especialmente las de uso público, contiene una serie de químicos que ayudan a mantener el agua limpia y libre de microorganismos, pero que pueden tener efectos negativos en la piel, ojos y vías respiratorias si no se toman precauciones.
A continuación, te explicamos qué químicos suelen estar presentes en las albercas y qué medidas puedes tomar para proteger tu salud sin dejar de disfrutar el agua.
Químicos comunes en las albercas
Las albercas requieren tratamiento constante para mantenerse limpias y seguras para los bañistas. Algunos de los productos químicos más comunes son:
🔹 Cloro: El desinfectante más común, encargado de eliminar bacterias y algas. En exceso, puede causar irritación en piel, ojos y vías respiratorias.
🔹 Ácido cianúrico: Se utiliza para estabilizar el cloro y prolongar su efectividad. En concentraciones altas, puede provocar irritación.
🔹 Algicidas: Evitan el crecimiento de algas, pero algunos pueden causar reacciones alérgicas.
🔹 Ajustadores de pH: Como el ácido muriático o carbonato de sodio, ayudan a equilibrar la acidez del agua. Un pH incorrecto puede aumentar la irritación.
¿Cómo afectan estos químicos a tu salud?
Si bien en cantidades controladas no suelen ser peligrosos, una exposición prolongada o concentraciones elevadas pueden provocar:
⚠️ Irritación de ojos y piel: Enrojecimiento, picazón y sequedad.
⚠️ Problemas respiratorios: Vapores químicos pueden irritar la nariz y garganta, sobre todo en espacios cerrados.
⚠️ Reacciones alérgicas: Algunas personas son más sensibles a ciertos compuestos y pueden desarrollar sarpullidos o problemas respiratorios.
⚠️ Desequilibrios en la microbiota de la piel: El cloro elimina bacterias beneficiosas que protegen la piel.
¿Cómo protegerte de los químicos de las albercas?
Afortunadamente, hay varias medidas sencillas que puedes aplicar para proteger tu piel, ojos y salud en general al disfrutar de una alberca.
1. Dúchate antes y después de nadar
Bañarte antes de entrar a la alberca elimina residuos de productos en la piel (cremas, perfumes, sudor), que al mezclarse con el cloro generan compuestos más irritantes.
Después de nadar, enjuágate con agua limpia para retirar los químicos que se quedaron adheridos a la piel y cabello.
2. Usa gafas para nadar
Protege tus ojos del contacto directo con el cloro y otros químicos. Si usas lentes de contacto, es mejor retirarlos antes de nadar.
3. Hidrata tu piel y cabello
Aplica crema hidratante o aceites naturales después de salir de la alberca para restaurar la barrera natural de la piel. También puedes usar un acondicionador sin enjuague para el cabello.
4. Evita tragar agua de la alberca
Aunque parezca obvio, es importante recordar que los químicos presentes en el agua no están diseñados para ser ingeridos. Enséñales a los niños esta precaución.
5. Prefiere albercas bien ventiladas
Si nadas en espacios cerrados, asegúrate de que haya buena ventilación para reducir la inhalación de vapores químicos.
6. Elige albercas con tratamiento alternativo
Algunas albercas utilizan ozono o sistemas de sal en lugar de cloro. Estas opciones son menos irritantes para la piel y los ojos.
Señales de alerta: ¿Cuándo evitar una alberca?
Si al acercarte o entrar al agua notas:
🚨 Olor fuerte a cloro (no es señal de limpieza, sino de desbalance químico)
🚨 Agua turbia o con residuos visibles
🚨 Irritación inmediata de ojos, nariz o garganta
Lo mejor es buscar otra opción para nadar, ya que podría ser un signo de un mantenimiento deficiente o exceso de químicos.
Disfrutar de una alberca no tiene que poner en riesgo tu salud. Con medidas preventivas sencillas puedes proteger tu piel, ojos y vías respiratorias de los químicos presentes en el agua. Recuerda que una alberca limpia y bien mantenida siempre será más segura, así que elige con cuidado dónde nadas y haz de la prevención parte de tu rutina para disfrutar el agua sin preocupaciones.