La primavera y el verano son sinónimos de sol, vacaciones, días más largos y planes al aire libre. Ya sea en la playa, en la montaña, en la ciudad o incluso en tu propio jardín, esta temporada invita a disfrutar del clima cálido y las actividades al exterior. Pero también es la época del año en la que la exposición solar puede volverse un riesgo serio para la salud, especialmente si no tomamos las precauciones adecuadas.

Cuidarse del sol no significa encerrarse, sino aprender a disfrutarlo con responsabilidad. A continuación, te compartimos todo lo que necesitas saber para proteger tu piel, tu salud y la de tu familia durante estos meses de mayor radiación solar.

¿Por qué es importante protegerse del sol?

El sol es una fuente de vida y bienestar. Estimula la producción de vitamina D, mejora el estado de ánimo y regula nuestro ritmo circadiano. Sin embargo, la exposición excesiva a los rayos ultravioleta (UV) puede causar efectos negativos a corto y largo plazo, como:

  • Enrojecimiento e irritación de la piel.
  • Quemaduras solares dolorosas.
  • Envejecimiento prematuro (arrugas, manchas, pérdida de elasticidad).
  • Daño ocular (como cataratas o fotoconjuntivitis).
  • Mayor riesgo de cáncer de piel, especialmente el melanoma.

Durante la primavera y el verano, la intensidad de la radiación UV es más alta debido a la inclinación de la Tierra. Por eso, es esencial extremar los cuidados en esta temporada.

1. Usa protector solar todos los días (sí, todos)

El protector solar no es solo para la playa o la alberca. Debes usarlo diariamente, incluso en días nublados o si solo vas a salir un rato. Elige un bloqueador de amplio espectro (que proteja contra rayos UVA y UVB) con un FPS de al menos 30.

Aplícalo en rostro, cuello, orejas, escote, brazos y cualquier parte del cuerpo expuesta. Y lo más importante: reaplica cada 2 horas, o antes si sudas o entras al agua. Si usas maquillaje, hay opciones de protectores solares en spray o en polvo para reaplicar sin deshacer tu look.

2. Evita el sol en las horas de mayor intensidad

Entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, la radiación solar alcanza su punto máximo. En lo posible, trata de permanecer a la sombra durante ese horario o limita tus actividades al aire libre a las primeras horas del día o al atardecer.

Si necesitas estar afuera, asegúrate de usar sombrero de ala ancha, gafas con protección UV y ropa fresca pero que cubra bien la piel. Existen textiles con protección solar integrada que son una excelente opción si estás mucho tiempo al sol.

3. Hidratación constante, por dentro y por fuera

El sol y el calor provocan deshidratación más rápido de lo que creemos. Beber suficiente agua durante el día es vital para mantener tu piel y tu organismo funcionando bien. Lleva siempre contigo una botella reutilizable y bebe aunque no tengas sed.

Además, usa cremas y lociones hidratantes después de la exposición solar para evitar resequedad y calmar la piel. Busca ingredientes como aloe vera, ácido hialurónico o pantenol, que ayudan a regenerar y calmar.

4. Protege también tus ojos y labios

Muchas veces olvidamos que los ojos y los labios también pueden dañarse con el sol. Usa gafas de sol con filtro UV certificado, no solo por estética, sino por salud visual. Evita lentes genéricos o de baja calidad, ya que pueden empeorar el daño.

Para los labios, aplica un bálsamo con protector solar. La piel de esta zona es muy sensible y propensa a agrietarse o incluso desarrollar lesiones por exposición prolongada.

5. Cuida a los más pequeños (y a los mayores)

Los niños y los adultos mayores son especialmente vulnerables al sol. Su piel es más delicada y puede dañarse con mayor facilidad. En el caso de los niños menores de 6 meses, no se recomienda el uso de protector solar, por lo que lo ideal es mantenerlos completamente a la sombra y bien cubiertos con ropa ligera.

Para niños mayores, asegúrate de aplicar protector solar cada pocas horas, ponerles sombrero, gafas y vestirlos con ropa clara que cubra bien su piel. Enséñales desde pequeños la importancia de protegerse del sol como parte de su rutina diaria.

6. Evita las camas de bronceado y los bronceadores sin protección

Buscar ese tono dorado de piel puede ser tentador, pero las camas de bronceado artificial son altamente dañinas y aumentan significativamente el riesgo de cáncer de piel. Lo mismo ocurre con el uso de bronceadores que no tienen FPS: pueden atraer más radiación a la piel y provocar quemaduras severas.

Si quieres lucir una piel bronceada, elige alternativas seguras como los autobronceadores sin sol, que aportan color sin dañar tu salud.

7. Revisa tu piel con frecuencia

El cuidado solar no solo es preventivo. Es importante estar atentos a los cambios en tu piel: lunares nuevos, manchas que cambian de forma o color, o cualquier lesión que no cicatriza deben ser evaluados por un dermatólogo.

Hazte revisiones anuales y no dudes en consultar si notas algo inusual. La detección oportuna es clave para tratar cualquier problema a tiempo.

La primavera y el verano son momentos perfectos para reconectar con la naturaleza, salir de la rutina y disfrutar al aire libre. Pero no hay que olvidar que el sol es un aliado poderoso, siempre que lo tratemos con respeto y responsabilidad.

Incorporar hábitos como usar protector solar, hidratarte, protegerte con ropa adecuada y evitar la exposición en horas de riesgo no solo previene problemas a corto plazo, también protege tu salud a futuro.

Disfruta del clima, de los días largos y del calor, pero hazlo cuidando tu piel, tus ojos y tu bienestar general. Recuerda: cuidarte del sol no es limitarte, es prepararte para vivir mejor cada temporada.