¿Cuántas veces al día estás plenamente concentrado en lo que estás haciendo exactamente en ese momento y cuánto tiempo? Ahora mismo, ¿realmente estás concentrado en estas líneas sin que tu mente viaje por otros lados, sin que de pronto entre a tu cabeza alguna otra idea?

Si rara vez te concentras en el aquí y ahora, si tu mente divaga y te cuesta trabajo regresar tu atención a lo que estabas haciendo, no te preocupes, no eres el único y existe una disciplina que te ayuda a ejercitar tu músculo de la concentración. Sí, así como lo oyes, la concentración, como cualquier otro músculo se puede entrenar.
Se trata del mindfulness o atención plena, una disciplina que te ayuda a estimular la atención, a dirigirla a un objeto, pensamiento o situación determinada y a mantenerla ahí sin que te desconcentres aunque a tu alrededor existan muchas distracciones.

El mindfulness es una práctica budista que tiene más de 2,500 años de antigüedad, pero en Occidente entró hace apenas unos 30 años y con tanto éxito que se utiliza en muchísimas áreas, por ejemplo, en la educación, en la siquiatría y sicología, en el tratamiento del dolor crónico y en el estrés, en los negocios… incluso en la vida diaria de cualquier persona.

Estar concentrado en lo que realmente importa te ayuda a tener otra visión de la vida, de los problemas, de las relaciones personales, de todos los ámbitos en los que te mueves. Es fundamental para nuestro bienestar.

¿Cómo empezar a practicar el mindfulness?

Entrenar tu mente a través del mindfulness es relativamente sencillo, todo se trata de perseverancia. Los expertos recomiendan empezar con 5 minutos diarios e ir aumentando el tiempo hasta que logres dominarlo.

Para empezar a practicarlo muchos expertos recomiendan concentrarse en la respiración o en un objeto, aquí vamos a elegir un alimento, por ejemplo una fruta, la que más te guste.

Pensemos que es un durazno…

Toma un durazno, llévalo a tu nariz y aspira lentamente para sentir su aroma, cierra los ojos y siéntelo por unos segundos.

Luego, llévalo a tu boca… todo este proceso debe hacerse en forma tranquila, lenta.

Ya que está en tu boca no lo muerdas aún, déjalo ahora en tus labios y siente su textura.

Concentra tu mente solo en eso y si de pronto entra otro pensamiento, hazlo a un lado de manera tranquila, sin forzarte y vuelve a la sensación en tus labios.

Ahora, da la primera mordida, una pequeña. Siente su sabor y la forma en la que su jugo se desliza por tu garganta.

Mastica poco a poco y respira de manera tranquila, relajada.

Continúa hasta terminarte el durazno y siempre respirando a un ritmo relajado.

No te estreses si durante todo este proceso llegan a tu mente varias intromisiones de pensamientos, deséchalos tantas veces sea necesario de una manera tranquila, sin presionarte.

Si practicas esto todos los días durante unos minutos, poco a poco empezarás a dominarlo hasta que lo hagas de una manera natural. Perseverando, seguro tendrás éxito, ¡manos a la obra!